domingo, 25 de junio de 2017

¡Harto de una absurda existencia!

Antes de abordar el tema, quisiera comentar brevemente que no es un tema religioso como se suele relacionar instantáneamente cuando se escuchan este tipo de cuestionamientos y sus respuestas sino al contrario, lo veremos también desde un punto de vista más humano.
Y aunque se puede pensar que es algo ya repetido y conocido, debemos recordar que cada día se aprende algo nuevo, hasta de la cosa más pequeña e insignificante que podemos menospreciar.




Primeramente: ¿Qué es existir?
Existir es tener vida, es una realidad ya sea física o mental, ser alguien, todo lo que podemos ver es porque existe aunque también hay cosas existentes que no son visibles ante nuestros ojos (como los seres celestes).
Por lo tanto todo lo existente es lo que tiene un espacio en esta inmensa creación.
(36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. Romanos 11:36)



Segundo: ¿Qué es vivir?
¿Alguno se ha preguntado alguna vez, cual es el motivo de que despertemos todos los días, o el hecho de haber nacido si algún día vamos a morir? ¿Vivimos para seguir órdenes?
Si vemos la vida desde un punto de vista humano y dejando el emocionalismo de que la vida es perfecta o que todo esto es pasajero nos topamos con una realidad muy distinta en la cual puede que hayan más momentos de dificultad que de felicidad, donde no se sabe si vivimos para trabajar o trabajamos para vivir, entre más cosas que forman parte de nuestra vida cotidiana.
Espero no se malinterprete pero actualmente y desde hace muchos años atrás es imposible negar que esta tierra está enferma, que el mismo ser humano ha hecho de esto un suplicio para otros, debido a incontables razones.
Estamos viviendo en un mundo donde la muerte, la traición, el irrespeto, la codicia, la avaricia, la falta de amor y muchos más están llevando cada vez más este planeta a la perdición.
Es humano pensar: ¿Qué Sentido tiene? ¿Por qué hay tanta maldad? ¿Por qué los inocentes sufren? ¿Por qué tantas veces es el más “fuerte” el que sobrevive injustamente? ¿Dónde está Dios cuando pasan estas atrocidades?  ¿Por qué tanto maltrato?
Es muy humano, comprensible y hasta cierto punto es permitido  pensar, sentir o creer varias de estas cosas.
En este mundo tantas veces frío y sombrío, donde los que se dicen ser hermanos son los primero que te abandonan, donde la amistad se ha vuelto un interés en su mayoría, donde el amor verdadero parece estar a punto de extinguirse, donde las promesas pasaron de ser compromisos a simples palabras vacías,
donde muchas veces no comprendemos por qué la vida nos golpea tanto si creemos estar mejorando, donde a los que de verdad nos demuestran afecto los escupimos en la cara y donde la degradación de la juventud está haciendo gemir a la tierra por tanta maldad.
Suena patético y hasta asqueroso el formar parte de una sociedad donde las buenas acciones pasaron a ser críticas, donde extender la mano debería ser para sacarte del fango y no empujarte más, donde hay más críticas que reconocimientos.
Esta es la vida en la que vivimos, encendemos el televisor o cualquier red social y escuchamos sobre violaciones, violencia, guerra, atentados, corrupción, etc.
Resumidamente, este mundo está agonizando, por culpa mía, por culpa de ustedes, por culpa de todos.
Pero fuimos advertidos de todo esto desde ya hace mucho tiempo en (Juan 16:33)

Tercero: ¿Somos o no parte de esta destrucción?




(No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:2)

¡Por supuesto que sí! Cada uno de nosotros somos los factores, tanto para bien o para mal, pero les aseguro que diariamente contribuimos para estos dos.
A diario mentimos aunque sea “una mentira blanca”, destruimos el planeta desde un mal hábito que le dañe físicamente como tirar una basura, hasta una mala costumbre que se le herede a una generación.
Cuando el Padre nos dio esta tierra, estaba perfecta, sin mancha alguna y aunque se puede decir que no fue nuestra culpa perderla.
Yo tampoco culparía a Adán y Eva por haber introducido el pecado en esta tierra, porque probablemente yo también hubiese sido débil, ya que actualmente sabiendo hacer lo bueno no lo hacemos, por lo tanto estamos pecando (Santiago 4:17)
Aunque sé que es irreversible remediar absolutamente todos los errores que hemos cometido aquí por nuestros propios medios, no podemos devolver el tiempo pero si podemos cambiar el presente y con este mejorar el futuro.
Pero hay un grave error, creemos que el presente es el día de mañana y dejamos todo lo que podemos hacer para mañana, mañana y MAÑANA Así sucesivamente hasta que no hicimos nada.

El orgullo nos está comiendo vivos, ya no sabemos reconocer nuestros errores, nos encerramos en la soberbia y falta de humildad, no aceptamos consejos por creernos superiores, no escuchamos la voz de Dios, nos da igual lo que pase en esta vida, nos tragamos lo que sentimos por puro ego, preferimos perder lo que puede ser bueno por una estúpida actitud de berrinche.

Estoy harto de ver como ya este sistema es monótono, donde sinceramente me sorprendo cuando conozco a alguien diferente, que sepa pensar y  actuar con uso de razón...



Cuarto: ¿Nos vemos afectados también en la fe?

También fuimos advertidos de esto: (Mateo 24:5: 5 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.)
(1ª Timoteo 4:1:  Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;)
Hemos visto desde un punto más humano y racional la decadencia en la que estamos viviendo día a día, ahora veremos que mucho de esto es a causa de la famosa “Religión”.
Hay una inmensidad de creencias hoy en día, no solo las cristianas sino también otras totalmente contrarias.
Nuestra doctrina ha sido manipulada, adulterada, mal traducida por hombres con falta de entendimiento y también por hombres que solo han querido crear un monopolio.
Aunque en este estudio no nos enfocaremos como ha sido distorsionada la palabras, se puede decir que desde hace muchos años han descarriado gran parte de personas, formando así nuevas sectas con credos diferentes, haciéndolos pasar por sana doctrina.
No me estoy enfocando en ninguna religión ni persona en específico, sino mostrando a la luz de la palabra que no estoy mintiendo al escribir que todo esto está contradiciendo los principios que el Señor puso para nosotros.
Vemos que hay predicadores que son mercaderes de la fe, pederastas, usados por el enemigo y así sucesivamente.
Vemos como han hecho ídolos no solo de cerámica o cosas materiales inertes, sino como han puesto sus cosas vanas por encima de Dios.
Hombres que se dan a sí mismos el poder supuestamente dado por Dios a ellos, como se auto etiquetan apóstoles o profetas cuando no son nada más que lobos rapaces.
Nuestra fe ha sido muy atacada, han hecho que muchos vuelvan a sus viejos caminos de perdición, han alejado a muchos de la verdadera comunión con Dios y traído fuegos extraños al altar.
Ya no hay vergüenza y mucho menos respeto por parte de este tipo de personas y es por eso mismo que nosotros debemos cuidar nuestro corazón y mantenernos firmes ante tanto caos que hay en el mundo.
Debemos pararnos en la brecha, buscar la verdadera guía del señor y no fijarnos en hombres imperfectos como nosotros, con esto no quiero decir que todo lo busquen por si solos, ya que hay personas que nos ayudan mucho a comprender como se debe las escrituras y respuestas de Dios.
Pero si queremos empezar a cambiar todo esto, lo único que podemos hacer es cambiarnos a nosotros mismos, buscarle de todo corazón y siguiendo sus mandamientos principales que son amarle con todo el corazón solo a Él y amar al prójimo como a sí mismo
(Marcos 12: 28-31: 28 Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
29 Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.)

Solo así vamos a ver como nuestra vida va a ir siendo moldeada con el pasar del tiempo, nosotros somos el mayor cambio que podemos lograr y así influir en las demás personas, pero hay que dejar de ser vagos y ciegos.
No dejar para mañana lo que podemos empezar hoy, nosotros somos los hijos de Dios y debemos ser hombres y mujeres de valor, dispuestos a dejar nuestro orgullo, vanagloria y todo lo que nos impide progresar, debemos estar dispuestos a entregarnos, aunque cueste mucho
(Santiago 1:2-3:
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.).
Si no lo hacemos nadie lo hará por nosotros y lamentablemente para muchos solo los que sean valientes entrarán al reino para ser transformados y recibir su galardón.
Dios nos ha dado la capacidad de poder discernir el bien del mal y aún así el sigue estando ahí para nosotros cuando necesitemos aclarar nuestras dudas, son los actos del presente los que nos van a llevar a marcar la diferencia en este mundo.
No es nuestro pasado, eso ya quedó atrás y si no es así ya es tiempo de dejarlo enterrado, Dios no necesita un robot que no sepa lo que hace, que no entienda ni muestre afecto sincero sino al contrario, Él aunque sin nosotros siga siendo Dios lo que quiere es un amor sincero, ya él nos amó primero y lo sigue haciendo, es el momento en que nosotros le demos a Él un perfume agradable, que nos entreguemos y le sirvamos de todo corazón.
Él es ese que nunca nos ha fallado, que más bien nos perdona a nosotros, es la solución a este mundo, a esta perversa realidad y aunque tiene el poder de re-hacer todo nuevamente nos dio el chance de cambiar nuestras vidas que al final no es algo malo sino al contrario es un bien para nosotros viéndolo desde cualquier punto ya sea espiritual o humano.
Sus mandamientos deben permanecer grabados en nuestro corazón solo así este mundo va a cambiar a través de los frutos del espíritu
(Gálatas 5:22: 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe), cada uno es un granito de arena, un pilar hacía un mundo mejor y si uno tambalea puede llevarse consigo a los que están a su lado, por eso mismo somos importantes, por eso existimos, por eso fuimos elegidos para vivir aquí, porque somos capaces de todo lo que nos propongamos aunque el mundo nos falle siempre, Dios nunca lo hará y por eso les repito: ¡Somos importantes, necesarios, elegidos, creados para salvación y no para perdición! Pero el que elige ya que tiene control de sí mismo es cada quien, si ser el cambio o uno más del resto…




La vida tiene sus cosas que la hacen hermosa:
A pesar de todo lo que hemos leído siempre habrán cosas que nos van hacer no querer cambiar nuestras vidas, no sé si alguno se ha puesto a pensar pero el cambiar tan solo una cosa de su pasado le evitaría tener el presente que tiene, tal vez alguno lo quiera así o tal vez otros le cambiarían pero eso está en cada quien.

Todo en esta vida tiene su relación, una cosa conlleva a otra, por ejemplo: Si tus padres no se hubieran conocido, no hubieses existido.
A esto me refiero que todo pasa por algo y lleva un hilo conductor, por lo tanto el más mínimo cambio afectaría el presente.
Las bendiciones no son solo materiales, por nuestra ceguera de la vida rutinaria no vemos que estamos llenos de cosas por valorar:
La familia, los amigos, la pareja, el trabajo, la comida, los animales. el levantarse un día más, estar con salud, el maravilloso paisaje de cada día, el hermoso cielo, el aire, nuestras capacidades, los dones y talentos y así podríamos enumerar miles de cosas buenas como también lo hicimos de las malas.

Y aunque no todos tenemos la misma realidad, ni nos ha tocado vivir las mismas experiencias, quizás unos hayan llevado una vida más dura que otros pero puedo decir con certeza que cada cabeza es su mundo, que cada quien ha tenido momento buenos y malos.
Tal vez no siempre pasen las cosas como queremos, probablemente tengamos muchas pruebas, pero así como las superamos también tendremos bendiciones inolvidables.
La razón de existir es un libro en blanco, cada quien toma su lápiz y comienza a redactar en él desde el día en que fue un ser vivo, este libro estará lleno de experiencias, de cosas buenas y malas, este libro somos nosotros, echa un vistazo en lo que has escrito y mira que puedes cambiar o hasta retomar.
La vida nos atarea y hasta cierto punto nos saca de la realidad, no hace perder el rumbo y solo vemos pasar los días, cada día envejecemos y entre más duremos en retomar el camino correcto será tiempo desperdiciado que no podremos recuperar, el existir no es casualidad porque las casualidades en Dios no existen, todo tiene su propósito siempre  (Salmos 139:13-14: 
13 Porque tú formaste mis entrañas;
Tú me hiciste en el vientre de mi madre.

14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;
Estoy maravillado,
Y mi alma lo sabe muy bien.)


(Eclesiastés 3:1-15:
Todo tiene su tiempo
3  Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.
11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
12 Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;
13 y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
14 He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.

15 Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.)


miércoles, 24 de mayo de 2017

¿Cómo conocer la voluntad de Dios en mi vida?

Este tema fue compartido en la reunión del mes de abril de este año 2017, esperamos que sea de bendición para sus vidas como lo ha sido para cada miembro que ha asistido, así que comenzamos.

En cierto momento, cada uno de nosotros define su postura con respecto a tres asuntos fundamentales. Primero, decidimos el papel que Dios y la religión tendrán en nuestra vida. Segundo, escogemos la carrera o profesión con que nos ganaremos el sustento diario. Tercero, resolvemos si nos casaremos o no y quién será la persona con quien formaremos un hogar.

A medida que avanzamos en la vida, seguimos haciendo decisiones.



¿Dónde estudiaremos y qué título obtendremos? Al completar los estudios, ¿buscaremos empleo o trabajaremos de manera independiente? Si nos casamos, ¿tendremos hijos o no? ¿Y cuántos?

Como cristianos, queremos hacer la voluntad de Dios cada vez que nos encontramos frente a decisiones significativas. Cuando hablamos con el Señor en oración, a menudo repetimos las palabras del Padre Nuestro, que incluye esta petición:
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (Mateo 6:10)

¿Qué nos enseña la Biblia acerca de la voluntad de Dios?



La palabra “voluntad” tiene tres significados básicos, que se aplican tanto a Dios como a los seres humanos.

Voluntad: la capacidad y el poder de elegir.



Dios posee la capacidad de decidir y la ha ejercido siempre. En cierto momento decidió crear el universo y poblarlo con seres inteligentes. También escogió ordenar este planeta y crear a Adán y a Eva para vivir en él.

Dios nos creó con la capacidad de tomar decisiones, lo que constituye una parte importante de haber sido formados “a imagen de Dios”. De ahí que podemos elegir obedecerle o desobedecerle con consecuencias previsibles. (Ver Deuteronomio 30:15, 19, 20; Apocalipsis 3:20.) Dios respeta y protege nuestra libertad individual de escoger. Él anhela que, al tomar decisiones, elijamos bien y de esa manera desarrollemos nuestro carácter.

Voluntad: el deseo de realizar algo o de alcanzar un objetivo.



Dios, cuyo carácter es perfecto amor y perfecta justicia, siempre desea lo bueno para sus criaturas (Jeremías 29:11) y nunca se siente inclinado hacia el mal (Santiago 1:13). Los seres humanos también sentimos el deseo de realizar algo o de alcanzar un objetivo en la vida. Con frecuencia, por causa del pecado que nos afecta, elegimos actuar de manera egoísta y perjudicial. El apóstol Pablo era consciente de su inclinación al mal: “No hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago” (Romanos 7:15, 20).

Voluntad: propósito firme, determinación o plan.



Pablo se refiere al plan de Dios, quien “hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Efesios1:11). Su plan de salvación, por ejemplo, fue diseñado antes de la creación del mundo (1 Pedro 1:18-20). Dios conoce el día y la hora en que Cristo regresará en gloria a este mundo (Mateo 24:26, 27).

Uno de los temas más interesantes para los cristianos es reflexionar sobre cómo Dios llevará a cabo su plan de acuerdo con su voluntad soberana, mientras permite que cada ser humano ejerza su libre albedrío. Esto inspiró al apóstol Pablo a exclamar: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33).

¿Por qué es importante seguir la voluntad de Dios?



En nuestra condición natural no nos interesa ni nos importa conocer la voluntad de Dios. Sin embargo, Dios anhela que cambiemos nuestra actitud. Quiere ser nuestro Salvador y nuestro Amigo. Desea que le conozcamos, amemos y obedezcamos, para que nos vaya bien en la vida. El apóstol Pablo nos anima a volvernos especialistas en conocer la voluntad de Dios (Efesios 5:16, 17). Si la obedecemos, nos asegura que pasaremos la eternidad en su compañía (Mateo 7:21; 1 Juan 2:17).

Satanás procura que permanezcamos separados de Dios y en rebelión contra él. Y aunque hayamos decidido obedecer a Dios, Satanás sigue intentando que le desobedezcamos. Este proceso de prueba se conoce con el nombre de tentación y es permitido por Dios. Mediante el Espíritu Santo, Dios nos invita a que alineemos nuestra voluntad con la suya.

Dios desea que nada afecte nuestra capacidad de elegir consciente y libremente entre obedecerle o desobedecerle. Por eso nos aconseja que mantengamos el cuerpo libre de sustancias que disminuyen nuestra capacidad de razonar.
Nada debe impedir que escuchemos con claridad la voz de Dios en nuestra conciencia.

Dios ha establecido condiciones básicas para conocer
su voluntad para nuestra vida.



1- Confianza en que Dios existe.
Que es bueno y justo, y que desea lo mejor para nosotros (Hebreos 11:6).

2- Obediencia: Decidir obedecer a Dios en todo aquello en que ya haya revelado su voluntad para nosotros.
Esto requiere desterrar de nuestra vida todo pecado conocido. Dice el salmista: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado” (Salmo 66:18).

3- Sumisión: Estar dispuestos a obedecer lo que Dios nos revele de su voluntad.
Esto requiere una actitud especial, porque nuestra tendencia natural es decirle al Señor: “Muéstrame tu voluntad y después déjame que decida si la voy a obedecer o no”. Se cuenta que un joven elevó a Dios una oración parecida: “Señor, quiero servirte como misionero. Estoy listo a ir a cualquier parte que tú me envíes, con tal que el sueldo sea bueno y el clima agradable”.

¿Cuáles son los siguientes pasos en la voluntad de Cristo?



Existen cinco factores que nos ayudan a conocer la voluntad de Dios:

1. La Biblia:

En este libro inspirado Dios comunica su voluntad para todos los seres humanos de todos los tiempos. La Biblia nos provee instrucción específica sobre la voluntad de Dios. También encontramos en ella ejemplos sobre las bendiciones de la obediencia y los tristes resultados de la desobediencia. Por eso nos conviene estudiarla cada día.

Pablo dice que en las Escrituras podemos hallar todo lo necesario para vivir una vida digna y alcanzar la vida eterna (2 Timoteo 3:15-17). Los cristianos encontramos en los Diez Mandamientos (Éxodo 20:3-17) los grandes principios morales que definen nuestra relación con Dios y con nuestros semejantes (Lucas 10:27).

2. El Espíritu Santo:

Dios se comunica con nosotros mediante el Espíritu Santo hablando a nuestra conciencia. El Espíritu Santo es Dios mismo apelando a nuestra voluntad (Isaías 30:21). Sin embargo, la conciencia no es siempre ni necesariamente la voz de Dios, porque puede estar deformada o cauterizada.

Hay momentos cuando escuchamos la voz del Espíritu de Dios con más claridad. Esto sucede cuando oramos y permanecemos silenciosos aguardando la respuesta de Dios. También ocurre cuando estudiamos un pasaje de la Biblia, meditamos sobre su significado y le pedimos al Espíritu Santo que nos enseñe a aplicarlo a la vida. Es el Espíritu Santo quien nos hace entender las verdades espirituales (Juan 16:13) y nos capacita para hacer lo que Dios desea (Filipenses 2:13; Hebreos 13:20, 21.

3. Los eventos de la vida:

Dios nos ayuda a discernir su voluntad al interpretar con sabiduría lo que nos acontece. Cuando tomamos una decisión que nos parece correcta y avanzamos en cierta dirección, Dios con frecuencia abre o cierra las puertas de la oportunidad delante de nosotros. Por ejemplo: Solicitamos admisión en tres universidades y una de ellas nos acepta y además nos ofrece una beca. En la Biblia Dios utiliza los eventos para llevar adelante su plan. Cuando los hermanos de José están a punto de matarlo motivados por la envidia, una caravana de mercaderes pasa cerca de ellos en el momento oportuno y lo compran como esclavo (Génesis 37:12-28).

Durante uno de sus viajes misioneros, el apóstol Pablo decide dirigirse a una región de Asia Menor para predicar el evangelio, pero el Espíritu Santo le impide hacerlo y en cambio lo guía hacia Europa con ese fin (Hechos 16:6-10).

En cada caso, sin embargo, debemos interpretar los eventos y las circunstancias asegurándonos de que no contradicen los principios de la Biblia y que coinciden con la orientación del Espíritu Santo.

4. Consejeros cristianos:

Personas de experiencia y buen juicio que pueden ayudarnos a aplicar los principios de la Palabra de Dios a nuestra vida. Cuando estamos frente a una decisión importante, nos beneficiaremos mucho al escuchar el consejo de quienes nos conocen bien, como nuestros profesores y mentores (Proverbios 11:14). Nuestros padres, si son cristianos, también pueden orientarnos con sabiduría (Proverbios 23:22).

El diálogo con personas de experiencia ofrece la ventaja de que pueden evaluar nuestra situación con cierta objetividad. Además, pueden hacernos preguntas que aclaren nuestro pensamiento y sugerir opciones que no habíamos considerado.

5. La reflexión personal:

Evaluamos con oración los cuatro factores anteriores y tomamos una decisión. Ahora que hemos satisfecho las tres condiciones –confianza en Dios, obediencia a su voluntad y sumisión a lo que él nos indique– integramos los cuatro factores. Tomamos en cuenta los principios bíblicos, las impresiones del Espíritu Santo, el sentido de dirección que nos indican los eventos y el consejo de personas en quienes confiamos. La lista titulada “Antes de tomar una decisión importante” puede ayudarnos en el proceso.

Esto es esencial, porque no debemos confiar demasiado en nuestro juicio, que con frecuencia es parcial y limitado: “No te apoyes en tu propia prudencia. No seas sabio en tu propia opinión” (Proverbios 3:5, 7), aconseja Salomón. A pesar de haber tomado cuidadosamente estos cinco pasos, es posible que cometamos errores y hagamos decisiones incorrectas. Pero Dios es paciente con nosotros (Salmo 103:13, 14). Debemos pedir perdón, volver atrás y comenzar de nuevo el proceso.

Conclusión

Durante su ministerio, Jesús cuenta el relato de un hombre rico que confía su fortuna a varios de sus empleados y después de un tiempo les pide cuentas.


Dios nos ha confiado vida, talentos, oportunidades y opciones para la acción. Su promesa es segura: “Este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; él nos guiará aún más allá de la muerte” (Salmo 48:14). Por eso, cuando hacemos frente a una decisión importante y queremos conocer la voluntad de Dios, podemos orar como David: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmo 139:23, 24).